¿Cuál es la relación entre el sistema agroalimentario y la emergencia climática?
La emergencia climática es uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad en la actualidad. Tras un siglo y medio de industrialización, deforestación y agricultura a gran escala, las cantidades de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera se han incrementado a cotas nunca antes vistas, afirma Naciones Unidas.
Hemos alcanzado ya un calentamiento global de 1,1oC por encima de los niveles preindustriales y con la tendencia actual hay un 50% de probabilidades de que superemos el umbral de 1,5oC en los próximos 7 años.
Tal y como apunta el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) en su Informe de síntesis del Sexto Informe de Evaluación: fruto de esta subida de temperaturas, estamos asistiendo a fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes y más intensos, con impactos cada vez más peligrosos sobre las personas que habitamos el planeta. La situación es muy crítica.
Pero, ¿existe una relación entre los sistemas agroalimentarios y la emergencia climática? La respuesta es afirmativa. Y ¿qué magnitud tiene? Pues los diferentes elementos y eslabones de la cadena agroalimentaria (desde la producción, el procesado y el empaquetado, hasta el transporte, la distribución, el consumo y la gestión de los residuos que se generan) son responsables de entre el 21% y el 37% de las emisiones antropogénicas globales de GEI.
La mayor contribución del sistema alimentario procede de la agricultura y de las actividades de uso del suelo/cambio del uso del suelo (71%), y el resto, proviene de las otras actividades de la cadena (venta, transporte, consumo, producción de combustible, gestión de residuos, procesos industriales y envasado). En las últimas décadas, las emisiones de las fases posteriores a la producción agropecuaria han ido en aumento. De hecho, en España, entre 1960 y 2010, pasaron del 18% al 43% de las emisiones de GEI asociadas al sistema agroalimentario español, destacando el incremento de las asociadas a la gestión de residuos y al transporte.
Las soluciones frente a la emergencia climática pasan por una reducción fuerte e inmediata de las emisiones de GEI. Sin embargo, el camino hacia la sostenibilidad de nuestra vida sobre el planeta debe ir más allá de un abordaje meramente climático e incorporar un enfoque más amplio de salud planetaria, que entiende que la salud y la civilización humanas dependen de sistemas naturales prósperos y de una gestión sensata de los mismos.
¿Cómo integrar estas propuestas y miradas en los sistemas agroalimentarios? Veamos algunas claves
Los sistemas agroalimentarios locales más sostenibles, saludables y justos tienen la clave
La transición hacia sistemas agroalimentarios de orientación agroecológica permite entrelazar las cuestiones climática, ambiental y ecológica con la social, cultural y económica.
La implementación de cambios en el manejo de los agroecosistemas y en el resto de los eslabones de la cadena, incluyendo una reducción en el desperdicio de alimentos y la incorporación de hábitos de consumo más sostenibles y saludables, tienen un gran potencial de mitigación. Además, la incorporación de propuestas que incidan sobre aspectos ambientales, así como socioeconómicos y culturales posibilitan avanzar en la garantía al acceso a dietas suficientes, sostenibles, saludables y nutritivas para todas las personas, evitando así la vulnerabilidad y potenciando la justicia alimentaria.
Se trata de generar procesos de sostenibilidad y salud en la agricultura y la alimentación, desde una perspectiva integral y de salud planetaria.
El Reto de Barcelona para la Buena Alimentación y el Clima
Fruto del compromiso en catalizar la transición, la Red de Municipios por la Agroecología y el Ajuntament de Barcelona impulsaron en 2020 el Reto de Barcelona para la Buena Alimentación y el Clima. Se trata de un proceso internacional enfocado a municipios de todo el mundo y a sus habitantes para que asuman compromisos para la transformación de sus sistemas alimentarios con el fin de hacer frente a la emergencia climática. Para ello, propone la puesta en marcha de una serie de acciones específicas dentro de las seis categorías del Pacto de Milán sobre Políticas Alimentarias Urbanas, con un enfoque específico.
Gobernanza
Establecer mecanismos de gobernanza coherentes y participativos que permitan la coproducción entre administraciones y otros actores locales de políticas públicas sobre el clima, la justicia alimentaria, la seguridad nutricional y la naturaleza.Este enfoque se plasma a través de acciones como:
- Crear un grupo de trabajo/departamento responsable de coordinar las políticas de alimentación sostenible y saludable dentro de la administración local.
- Reforzar la coordinación y la cooperación estables entre las administraciones locales y la sociedad civil, las organizaciones comunitarias, los sectores empresariales y otras partes interesadas comprometidas con el derecho a la alimentación para toda la población, mediante la coproducción de políticas alimentarias justas, sanas, nutritivas y sostenibles.
- Trabajar activamente en el seno de plataformas y redes nacionales e internacionales de municipios y comprometerse con declaraciones destinadas a mejorar la sostenibilidad de los sistemas alimentarios locales.
- Reforzar los compromisos municipales mediante el establecimiento de una hoja de ruta que garantice el acceso a alimentos y dietas sostenibles para toda la población (con especial atención a las personas vulnerabilizadas) que se aplicará en caso de declararse un estado de emergencia climática.
- Incorporar el vínculo entre alimentación y clima en las políticas, planes y estrategias municipales existentes.
- Comprometer objetivos cuantitativos de reducción de emisiones de GEI en el sistema agroalimentario municipal.
Dietas y nutrición sostenibles
Garantizar la transición a dietas suficientes, sostenibles, nutritivas y culturalmente apropiadas para toda la población, en consonancia con las directrices de la Dieta de Salud Planetaria, aumentando el consumo de alimentos saludables de origen vegetales y alineando plenamente la contratación pública de alimentos con la Dieta de Salud Planetaria en 2030.Este enfoque se plasma a través de acciones como:
- Integrar alimentos que cumplan las directrices de la Dieta de Salud Planetaria para todos los servicios de restauración del sector público (comedores escolares, hospitales y otros organismos públicos).
- Llevar a cabo campañas de concienciación de la población sobre la importancia de adoptar la Dieta de Salud Planetaria basada en alimentos producidos localmente, sostenibles y saludables, ricos en alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, cereales, legumbres y frutos secos); y reducir el consumo de carne y lácteos y de alimentos ultraprocesados con alto contenido en grasas, azúcares y sal.
- Fomentar la distinción de los tipos de sistemas de producción ganadera (industrial, agroecológica) y su impacto en el medio ambiente, el paisaje, la salud, etc.
- Adoptar las directrices de la Dieta de Salud Planetaria o similares a través de la inclusión de alimentos sostenibles y saludables en los menús de hoteles, restaurantes y catering y en el conjunto de la industria de la alimentación.
- Prohibir o limitar la publicidad de comida no saludable y prohibir o limitar la exposición a esos alimentos (por ejemplo, generar entornos alimentarios saludables en las cercanías de los centros escolares).
Producción de alimentos
Promover formas sostenibles, socialmente justas y equitativas de producción y procesamiento de alimentos locales saludables, garantizando la planificación y gestión territorial adecuadas de los recursos locales.Este enfoque se plasma a través de acciones como:
- Formación a los agricultores y agricultoras locales y del entorno territorial en prácticas de producción ecológica y agroecológica.
- Desarrollo de parques agrarios periurbanos multifuncionales que incorporen bancos de tierras, incubadoras de empresas agrarias y bancos de semillas comunitarios, que fomenten la producción agroalimentaria sostenible e impulsen el suministro de alimentos locales.
- Promoción de un consumo de agua eficiente y sostenible que incluya el uso de agua regenerada en jardinería y en la producción agrícola local.
- Promoción de redes de infraestructura verde, espacios abiertos y corredores ecológicos (setos, huertos urbanos, etc.) que estén conectados con actividades agrícolas urbanas y rurales sostenibles.
Suministro y distribución de alimentos
Relocalizar y reestructurar las redes de distribución y logística de alimentos social y económicamente viables (a través de mercados mayoristas, municipales, de venta directa o de agricultores/as, redes locales de distribución, pequeños comercios minoristas de alimentación y equipamientos públicos de adquisición de alimentos) para adaptarlas a los fenómenos extremos y reducir su impacto en la naturaleza y las comunidades locales.Este enfoque se plasma a través de acciones como:
- Organizar y activar la logística, la infraestructura y los recursos necesarios para el suministro, la distribución y la preparación de alimentos locales, nutritivos y ecológicos, en consonancia con las directrices sobre el derecho a la alimentación y la Dieta de Salud Planetaria, para cubrir las necesidades de la compra pública de alimentos (comedores escolares, hospitales y otros organismos públicos).
- Proporcionar espacios públicos y accesibles para la distribución de productos locales, nutritivos y ecológicos: mercados mayoristas, municipales, de venta directa o de agricultores/as, redes locales de distribución, pequeños comercios minoristas de alimentos, etc.
- Elaborar mapas actualizados y directorios en línea de los agentes locales de la cadena de suministro de alimentos agroecológicos y locales, incluidos los productores/as, los centros de procesado y los puntos de distribución.
- Proporcionar y mejorar la infraestructura urbana (calles sin tráfico, carriles para bicicletas) con vistas al reparto a domicilio no motorizado de alimentos locales y sostenibles, y apoyar las redes de distribución de la comunidad local, especialmente en situaciones climáticas extremas.
Desperdicio de alimentos
Reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos en un 50 % en 2030 (con referencia a 2015) y reutilizar y reciclar los residuos de alimentos y otros residuos relacionados con la alimentación.Este enfoque se plasma a través de acciones como:
- Organizar campañas de comunicación para animar a los consumidores y consumidoras a cambiar sus hábitos y así evitar las pérdidas y el desperdicio de alimentos.
- Desarrollar un marco normativo que limite el desperdicio de alimentos y las prácticas que lo incrementan, a lo largo de toda la cadena de suministro (es decir, para los productores/as, los procesadores/as, la industria de servicios alimentarios y los minoristas).
- Implementar diferentes sistemas de recogida de residuos alimentarios en hoteles, restaurantes, el sector del cátering, escuelas, hospitales y los hogares, introduciendo los desarrollos logísticos necesarios. Garantizar una información clara y una infraestructura específica (contenedores, bolsas compostables, etc.), sobre todo en las primeras fases de implementación para facilitar el proceso.
- Apoyar el desarrollo de sistemas de compostaje (para obtener abono orgánico útil para la producción agrícola), sistemas que transforman los residuos alimentarios urbanos en alimento para animales y/o plantas de valorización energética (en las que se pueda obtener biogás y biometano).
- Apoyar las iniciativas empresariales que reduzcan embalajes, promuevan su reutilización y desarrollen y utilicen alternativas de envasado sostenibles que reduzcan el plástico en toda la cadena de suministro de alimentos.
Construyendo desde lo local
Aunque los municipios no son el espacio donde se producen los alimentos, en ellos se consumen el 70% de los producidos en todo el mundo y a menudo son el lugar donde se marcan las pautas culturales en torno a la alimentación. Conscientes de ello, son muchos los municipios que están implementando acciones para la transición hacia sistemas agroalimentarios locales de orientación agroecológica como herramienta mitigadora de la emergencia climática. De hecho, la propuesta de las 24 ciudades comprometidas con el el Reto de Barcelona para la Buena Alimentación y el Clima es notablemente elevada en términos de reducción de emisiones de GEI (8,41% del objetivo de la NDC de la Unión Europea per cápita).
El análisis de las acciones implementadas tanto por los municipios miembros de la Red de Municipios por la Agroecología y colaboradores, así como por aquellos comprometidos con el Reto de Barcelona presenta un despunte del impulso de determinadas acciones.
Destacan los proyectos de restauración, ámbito en el que se han desarrollado acciones tanto a nivel productivo y logístico como legal, que han posibilitado la introducción de un porcentaje notable de alimentos de frescos, de proximidad y ecológicos en comedores escolares y sociales.
El impulso de los mercados de proximidad, temporada y/o ecológicos ha sido también una de las estrategias más utilizadas para favorecer el consumo y la venta directa de alimentos frescos, locales y de temporada, permitiendo precios justos para las personas productoras y consumidoras. Iniciativas como los mercados de venta no sedentaria y mercados municipales, la creación de grupos de consumo o las campañas de promoción de los productos de proximidad han sido recurrentes.
En el ámbito agrario, se han desarrollado acciones de relocalización de la producción agraria a través de la creación de cooperativas, bancos de tierra, fomento de la formación agraria con orientación agroecológica y apoyo a la transición e incorporación de jóvenes.
Las iniciativas vinculadas al ámbito de las pérdidas y el desperdicio alimentario también han sido abundantes, especialmente las de recogida de residuos orgánicos puerta a puerta y de compostaje, la reducción de uso de plásticos, así como los proyectos de recuperación y redistribución de alimentos descartados tanto para para colectivos vulnerables como para iniciativas de transformación alimentaria y elaboración de conservas.
Por último, la elaboración de planes y estrategias agroalimentarias municipales y supramunicipales y el impulso de espacios de gobernanza multiactor (como los Consejos Agrarios y Alimentarios) son procesos puestos en marcha por numerosos municipios para avanzar en la construcción de sistemas agroalimentarios ciudad-región participados.
Conocer la huella alimentaria para catalizar la transición
La huella de carbono vinculada al sistema agroalimentario, a menudo denominada huella alimentaria o huella de carbono de los alimentos, se refiere a las emisiones de GEI que se generan a lo largo de todo el ciclo de vida de los diferentes alimentos, desde su producción, transporte, procesado, envasado, distribución y almacenamiento, hasta su consumo y gestión de residuos.
Conocer las emisiones a lo largo de la cadena agroalimentaria de un alimento, proceso o práctica permite generar una estrategia con medidas de mitigación precisas y adaptadas, asumir compromisos progresivos y rendir cuentas sobre los resultados alcanzados.
No obstante, el cálculo de la huella de carbono tiene limitaciones ya que se centra en un único aspecto, las emisiones de GEI, obviando otro tipo de impactos ambientales (calidad del agua, suelo y aire, efectos sobre la capa de ozono, estado biodiversidad, etc.) y socioeconómicos (salud de la población, valor nutricional dietas, coste o ahorro económico, generación empleo, etc.).
Por ello, en los últimos años se han desarrollado diversas herramientas de seguimiento y evaluación para proyectos agroalimentarios que, además de los climáticos, incorporan indicadores ambientales, económicos, sociales, nutricionales y/o de salud. Utilizan metodologías diferentes, se focalizan en temáticas y públicos variados y tienen niveles de dificultad de uso distintos, por lo que su utilización requiere, a menudo, de un importante trabajo previo de búsqueda, selección, análisis y sistematización de información.
Con ¿Cuál es tu huella alimentaria? se pretende facilitar el trabajo a las iniciativas agroalimentarias de orientación agroecológica. Para ello se han compilado y analizado 27 herramientas que permiten estimar, evaluar y visibilizar los impactos de las acciones que implementan los proyectos locales en su transición hacia sistemas más sostenibles y saludables.